Muchas veces contemplando pinturas y esculturas muy antiguas, observamos figuras humanas muy bellas, aunque los cánones de la belleza han sufrido grandes transformaciones con los años. Hoy, seguramente, nadie pensaría que son atractivas las ninfas de Rubens, pintadas en el S. XVII con una probable carga erótica, si las imaginamos embutidas en un traje drapeado de Herve Leger o en un brillante vestido de Zuhair Murad. Sin embargo, sus rostros siguen resultándonos bellos. La explicación se encuentra en la simetría de sus rasgos, que guardan la proporción áurea.
Esta proporción, fruto del resultado de una fórmula matemática que analiza la relación entre diferentes segmentos de rectas, resulta al ojo humano agradable, y por tanto la consideramos bella. Y viene siendo así desde 2000 años antes de Cristo, como mínimo. Leonardo Da Vinci la estudió y definió en 1502 como la Divina Proporción, y con ella guió sus trazos en la Mona Lisa. Sin embargo, hay rostros muy atractivos que no cuentan con dicha proporción. Nada tienen en común las bellezas clásicas de Jessica Biel, Beyoncé o Jessica Alba con mujeres como Sarah Jessica Parker, Penélope Cruz o Monica Belluci. Entre los hombres a un resulta más sorprendente ya que triunfan rostros que transmiten fuerza como Owen Wilson, Javier Bardem, Clive Owen
Ante un espejo puedes observarte y analizar si tus rasgos son bellos y proporcionados, si podrían mejorar con unos simples retoques* o bien son definidos y aportan personalidad y diferenciación a tu imagen. A partir de este momento ha de dejar de preocuparte la belleza y apostar por tu atractivo, jugando con todas las herramientas a nuestro alcance para resaltar lo positivo: cabello, maquillaje, accesorios…
*En VirtudEstética disponemos del tratamiento Aurea Beauty que te permite equilibrar las proporciones de tu rostro y favorecer su armonía de manera simple.