La población de los países más desarrollados empieza a caracterizarse por estar sobrealimentada y, paradojicamente, malnutrida.

En el último estudio «DORICA» se observó cómo la mitad de la población infantil española presenta problemas de obesidad o sobrepeso.

La «comida basura» es sólo la punta del iceberg de la gran cantidad de alimentos industrializados que comemos diariamente. Estos alimentos están desprovistos de nutrientes y llevan a la obesidad y provocan un aumento de la inflamación crónica en nuestro organismo, favorenciendo las enfermedades a nivel de todos los órganos: Infartos de miocardio, pérdida de memoria, Alzheimer, fibromialgia, alergias, enfermedades autoinmunes… y así podemos hacer el recorrido por todo nuestro cuerpo y mente.

¿Cuál es la solución?: Cambiar el estilo de vida, especialmente los hábitos alimenticios, aumentar el consumo de alimentos naturales y frescos, preferentemente de cultivo ecológico y orgánico.

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Las hamburguesas que se venden en las cadenas de comida rápida o similares, suelen haber sido preparadas con carne triturada proviniente de mataderos con todas las medidas sanitarias para evitar su contaminación. Luego se congela para evitar el desarrollo microbiano y se añade un 1% de sal, por eso se conservan durante años.

Vamos a analizar el pan de molde típico para hamburguesas (como cualquier pan de molde), contiene conservantes: Propionato de sodio y propionato de calcio, ambos inhibidores del moho.. Podéis buscarlos en la etiqueta del pan, son los E-281 y E-282. También se le añade sorbato potásio (E-202) y ácido sórbico (E-200).

Las patatas fritas industriales contienen alto contenido en grasas, un 3 % de grasas trans, se fríen a 200ª C y se congelan inmediatamente, agregándoles grandes cantidades de sal. El objetivo de todas estas estrategias es deshidratar y conservar, inhibiendo el crecimiento microbiano, con procedimiento que manipulan, de forma clara, el valor nutricional del alimento, pero que le hace permanecer «intacto» durante muchos años. Cuando estas patatas llegan a los fast restaurantes, se frien de nuevo a 150ºC y se les añade dimetilpolisiloxano, en una pequeña cantidad. Es una especie de silicona (está autorizado), que impide la formación de acrilamidas (cancerígeno).

La mayor parte de la carne que consumimos procede de animales permanentemente enfermos por el simple hecho de que su alimentación y estilo de vida natural han sido substituidos por granos de pienso que no consiguen digerir de forma eficiente. En el caso de los pollos los inmovilizan, les someten a ciclos artificiales de luz alterando su biorritmo, les administran antibióticos y antiparasitarios alterando su sistema inmunológico y les hacinan .

Las vacas y novillos son inmovilizados en corrales mínimos en los que no ven la luz del sol, alimentados con granos de alto contenido proteico para que engorden rápido. Porque eso es lo que le interesa a la industria, acortar los ciclos naturales y aumentar la cadena de producción.

Todos los alimentos que se preparan en las cadenas fast-food vienen congelados, enlatados o deshidratados y, por lo general, cocinados o precocinados. Se trata pues de «comestibles», no de alimentos.

A modo ilustrativo se puede buscar en google el documental del periodista Morgan Spurlock «Super Size Me» y ver los resultados a los que le condujo alimentarse de patatas fritas, hamburguesas y «coca cola».

A menudo la obesidad es el reultado de comer alimentos que carecen de los nutrientes que deberíamos recibir por vía digestiva, o sea, de comer inadecuadamente al consumir alimentos procesados industrialmente .

A modo de reflexión oa invito a que penséis en «el alimento perfecto», el que siempre está «incorrupto». Es muy agradable a la vista, también estimula las papilas gustativas de «sabor graso», que son las que más adicción generan. Pero pensad qué procesos han sufrido los animales vivos hasta que llegaron a convertirse en esa hamburguesa casi de plástico, porque, no cabe duda, que el valor nutricional que nos aportan es similar al de comer un plástico.

¿No os parece extraño ese aspecto tan perfecto? En la naturaleza los alimentos maduran y si no se consumen en un período corto de tiempo, se oxidan, se corrompen…Ahí tenemos la absoluta seguridad que no han sufido estos procesos industriales demoledores y, además, realmente estamos consumiendo nutrientes.

Os animo a consumir productos ecológicos, o de los campesinos que los llevan diariamente a los mercados. En cuestión de carne, por supuesto la de animales que vivan en libertad y alimentados de forma natural.

Invertir en salud es un valor seguro, personal e intransferible.

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