Este viernes pasado tuve el privilegio de estar invitada por Francisca y Manolo, los Muher, a una velada en su casa, o mejor dicho su “huerto”, como le llaman a las fincas en Totana (Murcia) zona donde se encuentra este lugar privilegiado.
Pude visitar su estudio, ver como pintan y disfrutar del entorno de su casa que es un oasis en medio de esta tierra nuestra, tan árida y seca. Pero no podía ser menos tratándose de ellos, pues su pintura está llena de color, alegría y transmite muy buenas sensaciones, por algo se le llama “expresionismo”.
Ver el atardecer en su jardín, disfrutar de su piscina, que parece estar ubicada en el Caribe, visitar su estudio y biblioteca, su porche y salón integrado en el jardín con unos grandes ventanales y plantas altísimas en su interior, fue como transportarse a un edén.
La cena y la velada en el jardín, iluminada por multitud de velas, crearon un ambiente relajante, romántico e íntimo. La grata compañía de los anfitriones y el efecto tan acogedor que produjo la luz de las velas en ese entorno tan especial hicieron que fuera una noche para recordar.
De los Muher tengo que decir que el conocerlos más íntimamente me ha encantado. Debido a mi trayectoria profesional, tengo el privilegio de conocer a muchos artistas, de todos los géneros del arte y reconozco que algunos pueden tener un trato difícil o distante. Sin embargo, Francisca y Manolo son cercanos, agradables y unos perfectos anfitriones.
Su naturalidad y frescura, llenos de vitalidad y cultura, se puede definir en dos palabras: muy mediterráneos. Personalidad que se transmite en su pintura, por eso me encantan, a la que tengo que reconocer que me he quedado enganchada, porque no hay colección y exposición que no me guste y me asombre. Ver en su estudio las pinturas y a ellos en su entorno ha sido un verdadero placer para mis sentidos. Lo he disfrutado muchísimo.