Los «suplementos alimenticios» se utilizan para aportar elementos fundamentales que el organismo necesita para funcionar correctamente y de los que presenta carencias. Se trata de vitaminas, aminoácidos, coenzimas, enzimas, probióticos o precursores hormonales.

Muchos de ellos, llamados «exógenos», se aportan al organismo a través de los alimentos, pero otros no están presentes en los alimentos, los fabrica el propio organismo, a los que llamamos «endógenos».

Cuando el organismo funciona correctamente, los hábitos de vida son saludables, no estamos sometidos a ambientes contaminados, a estrés, a productos tóxicos, etc. Nuestro organismo dispone de todos lo necesario para sentirse bien. Sin embargo, hoy en día, con el frenético ritmo de día y la total globalización de los alimentos, nuestro cuerpo no recibe los nutrientes necesarios para estar en óptimas condiciones.

Si reflexionamos un poco sobre la alimentación y volvemos la vista atrás lo veremos claramente: ¿Qué tiene qué ver el tomate con el que la bisabuela preparaba la ensalada con el tomate con el que preparamos la ensalada nosotros?

Aparentemente pueden parecer iguales, pero no tienen nada qué ver. El tomate de nuestra bisabuela se cultivaba en terrenos no contaminados, no se le añadían fertilizantes ni otro tipo de productos químicos, se recogían maduros y se comían al poco tiempo. ¡¡Eso si que era un buen tomate!! Además de conservar un fantástico sabor, contenían toda su Vitamina C y Vitamina A, especialmente una fracción de la misma, que es el licopeno, y que tiene potente acción antioxidante y anticancerígena.

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Nuestro tomate de ahora, es un tomate tratado en exceso, cultivado en terrenos contaminados, recolectado verde, almacenado en cámaras y madurado artificialmente, o bien, directamente cultivado en invernaderos, bajo el calor de los plásticos. Son tomates preciosos, de piel tersa, como si se les hubiera practicado un lifting quirúrgico, el problema es que nutricionalmente son muy pobres. Apenas tienen Vitamina A, Vitamina C, licopeno…

Evidentemente, lo que sucede con el tomate, pasa con todos los alimentos. Y nos encontramos ante una paradoja: Vivimos en países desarrollados, con grandes recursos, y sin embargo nuestro organismo está mal nutrido, y cada vez en mayor medida. Comemos cosas con aspecto de alimento sano, pero con un valor nutricional muy bajo, que han perdido por el camino las vitaminas, los aminoácidos…

Pero no es solo eso, resulta que, además, vivimos en un mundo de estrés y tóxicos, por lo que aquellos antioxidantes «endógenos» que fabricamos para protegernos de estas situaciones, están agotados.

Consecuencias a nivel celular: oxidación y más oxidación. Nos encontramos cansados, dormimos mal, aparecen enfermedades relacionadas como fibromialgia y muchas más.
Ante esta situación no queda más que adoptar unos buenos hábitos en nuestro estilo de vida, pero, necesariamente tendremos que «suplir» aquellos nutrientes que no hemos aportado con la alimentación, pero que son necesarios para mantener un cuerpo sano y una mente sana.

Sin duda debemos tomar «suplementos alimenticios». Pero el bombardeo mediático es invasor y distorsiona el objetivo. No debemos tomar suplementos sin control, sin sentido… Digan lo que digan en el gimnasio, en internet o en cualquier revista. Esto puede ser contraproducente y perjudicar más que beneficiar.

Cuando leo todos los anuncios que incitan al consumo y a la compra de productos y suplementos, me pregunto: ¿saben algo del ciclo de Krebs?, ¿saben que en el ciclo de Krebs se producen 32 ATP?, ¿saben que el ATP (adenosin trifosfato) es la «moneda» en el organismo de la energía?, ¿qué sabrán de la función de las mitocondrias en la función de respiración celular?, ¿saben cada vitamina, coenzima, enzima, aminoácido, mineral…dónde intervienen?, ¿qué potencian y qué inhiben?
Esto no es un juego, no es una «sopa de letras», con la salud no se juega.

Es necesario tomar suplementos alimenticios, por supuesto, pero primero hay que consultar a un especialista de la Medicina Estética y Antiaging para que nos asesore, nos haga una completa historia clínica, evaluación, medición…, y en función del sexo, edad y circunstancias particulares, nos aconseje qué debemos tomar, cómo y a qué dosis.

Cada uno de nosotros somos personas valiosas, únicas e irrepetibles. Los suplementos que tomemos deben ajustarse a nuestro perfil y ser eficaces.

Yo no daré una «fórmula universal» porque sería un engaño, pero si os animo a salir de la malnutrición que sufre nuestra sociedad y, tras el asesoramiento adecuado, empezar a tomar todo aquello que es necesario para mantener una vida plena.

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